domingo, 11 de febrero de 2018

Irlanda, de Espido Freire. O una apariencia inquietante


Ficha
Título: Irlanda
Autora: Espido Freire
Editorial: Planeta de Agostini
Colección: Escritoras de hoy
Lengua: castellana
Nº de páginas: 185

Sinopsis (extraída de internet):
Desde que Sagrario ha muerto, las cosas son distintas para Natalia, su hermana, y para sus padres, que en un intento por protegerla de la tristeza la envían al campo a pasar el verano. Allí, en la vieja casona familiar, se reúne con sus primos, Irlanda y Roberto, que con la ayuda de unos amigos se han propuesto adecentar la casa para venderla. Así comienza ese verano en que Natalia, una joven tímida que apenas ha salido de su entorno familiar, vivirá envuelta en flores secas, vestidos antiguos, conjuros mágicos, sueños y pesadillas. Y en ese mundo frágil, que resurge con la oscuridad y en el que nada es como parece ser, se pone de manifiesto la insalvable distancia que separa a Natalia de sus primos, especialmente de la encantadora y dulcísima Irlanda. Haciendo gala de una maestría narrativa que mezcla con prodigioso equilibrio tradiciones del mundo celta con el descaro provocativo de una Françoise Sagan, Espido Freire nos ofrece una primera novela en la que la belleza, la crueldad y los presentimientos recrean una atmósfera inquietante e irresistible.

Opinión personal
Leí Irlanda hará unos diez años, cuando cayó en mis manos de forma casual —como muchas de mis lecturas—, en la edición que pueden ver en la imagen, en la colección de Escritoras de hoy. Me impresionó su final y fue una buena lectura. Revisando los libros de mi estantería, volví a toparme con Irlanda, y pensé que merecía la pena reseñarla. Así que le hice una relectura ultra rápida para refrescar sensaciones. Era la excusa perfecta para venir aquí y abrir la persiana, que la abro demasiado poco y hay que poner remedio.

Irlanda no es una novela extensa, y está parcelada en doce capítulos sin título. Fue la opera prima con la que debutó Espido Freire en 1998, y hasta la fecha es la única novela de la autora vasca que he leído —Melocotones helados, con la que ganó el Premio Planeta al año siguiente, la tengo por casa, y es cuestión de tiempo que algún día la lea—. Me pareció una lectura amena que iba in crescendo, hasta llegar al desenlace final, el cual en mi opinión es el punto fuerte de la obra. Pero empecemos por el principio de la novela: nos encontramos con Natalia, una adolescente como personaje principal y voz narradora de la historia. Se trata de una chica tímida, apocada, introvertida y muy encerrada en su solitario mundo de herbolarios y fantasías. “Yo nunca había tenido amigas, no las necesitaba”, dirá. Porque para eso tiene su mundo de fantasía que ella misma se construye y en el que se cobija, ya que Natalia es asustadiza —sueña continuamente con una tortuga que la persigue macabramente— y percibe el mundo como una amenaza. A la pobre chica además se le murió su hermana Sagrario, y cuida de su otra hermana pequeña con mucho mimo. Todo un amor de chica de la que compadecerse, y casi que te entran ganas de entrar en la novela para abrazarla y reconfortarla. Y sin embargo… cuantas más páginas llevas leídas, más extraño te parece algo… te preguntas hasta qué punto es fidedigna  la voz narrativa de Natalia, porque algo no cuadra con exactitud. Pero hasta aquí puedo leer, ya que en esta entrada no habrá spoilers del final. Y sinceramente, espero no dar demasiadas  pistas.

Así pues, apreciados lectores, conocemos a Natalia en esta tesitura. Sus padres, obviamente, están preocupados:
—¿Has leído lo que dicen las monja?
—No —dije yo.
—Dicen que te distraes con facilidad, que no trabajas bien en grupo, y que eres poco sociable. Y que tal vez podrías poner un poco más de interés en las matemáticas. ¿Qué opinas tú de esto?
—Tendría que prestar más atención a las matemáticas —confesé, con la cabeza baja.
—No tienen delicadeza ni corazón. Se extrañan de que te distraigas. Yo ni siquiera esperaba que sacases el curso adelante —me cogió de las manos y me abrazó—. Ven aquí. Eres una buena alumna, una buena hija.
Es por eso que los padres acuerdan que será bueno para Natalia que pase el verano en la casa de campo de sus tíos, en compañía de sus primos, con el objetivo de que Natalia se evada, se aleje de su hogar un tiempo y así olvidar el recuerdo trágico de Sagrario. Así la mayor parte de la novela sucede temporalmente en verano y en una gran casa de campo rural. Los padres de Natalia, pues, serán testimoniales. Al igual que los tíos, también secundarios ya que se ausentarán frecuentemente y de forma prolongada de la casa. Todo el foco se concentra en los jóvenes adolescentes, en Natalia y en sus primos Roberto e Irlanda, y será ésta última la que dará el título a la obra, porque es la protagonista real —Natalia es el personaje principal, que no es lo mismo—. Y añadamos tres adolescentes más: dos amigas de Irlanda, compañeras de instituto que sólo estarán presentes en los primeros capítulos y después marcharan, y meras comparsas para resaltar a la protagonista. Y ya por último, pero no menos importante para la trama, otro amigo del instituto: Gabriel

Los jóvenes tendrán tareas por hacer durante el verano, consistentes en arreglar y adecentar la casa, ya que los tíos pretenden venderla, y conviene que tenga buena presencia. Los primeros días resultan casi bucólicos, y todos los personajes presentarán el mejor ánimo posible. Pudiera parecer en un primer momento que estamos ante una novela juvenil, de ésas de crecimiento personal que suceden a lo largo de un verano —a todos nos suena alguna novela o película de este estilo, ¿verdad?—. Pero no, no irá por ahí la cosa. Irlanda es una novela con un trasfondo oscuro, una novela cuya temática es la ambigüedad de las apariencias y la desenvoltura ante el mundo y sus reglas. E insertado en ese mundo de apariencias, el lector presenciará un combate entre Natalia e Irlanda. Sería muy tentador hablar también de la rivalidad feminina como otro tema presente, pero yo no lo termino de ver así. Porque de acuerdo, hay una guerra entre las dos primas que irá en aumento, pero el punto temático de la historia no es la rivalidad femenina, ya que la guerra entre féminas no es algo que esté inherente al principio de todo. Ni es algo que se produzca porque se tuviera que producir. Existe un trasfondo más oculto en la novela como para hablar de rivalidad femenina per se.
Espido Freire
De todas formas, Natalia e Irlanda sí reflejan una dualidad clara en la obra. Ambas son los personajes más importantes, y en ellas se ve un contrapunto claro: Irlanda es madurez y desenvoltura total y absoluta, y domina totalmente las convenciones sociales para conseguir fines. Y no le falta decisión en la vida. Natalia, por el contrario, parece que siempre está a la espera de los demás. Parece un bicho raro antisocial e incapaz de adaptarse ni de ser aceptada, hasta el punto en el que llega a manifestar fastidio por tener que crecer:
—Contaba con los dedos los días que faltaban para que llegases —dijo—.
No parecía que la casa estuviese completa sin ti. Es curioso volver a los sitios del pasado una vez que se ha crecido. ¿No crees? ¿No echas de menos a la abuelita? Me parece estar escuchando su voz a cada poco. Le hubiera encantado vernos tan mayores y tan sensatas —suspiró—. Hay un momento en el que se piensa que nunca se crecerá y que los mayores siempre tendrán razón. Y luego nos hacemos mayores sin darnos cuenta, y todas las habitaciones que antes nos parecían enormes han empequeñecido.Yo pensaba que los mayores siempre tendrían razón, y que resultaba, terriblemente lento y doloroso crecer, pero Irlanda se inclinaba sobre la cama con tanta gracia que no quedaba más remedio que comprobar que había crecido. Y era duro sentir que de algún modo eso me hacía crecer también a mí.
—Yo preferiría no crecer —musité.
—No seas tonta. Al convertirte en adulta todas las cosas te están permitidas.
—Pero es a los niños a los que se les disculpan los errores.
Irlanda me miró, un poco extrañada.
Irlanda, además, no es sólo astucia y madurez, también es belleza y atracción. Es la chica perfecta de cara a la sociedad, y como lectores lo sabemos no sólo porque la voz de Natalia nos la describa así, sino por más detalles en la obra que nos permiten tomarlo como algo objetivo. Así que Natalia tendrá aparentemente  las de perder.

Pero dejemos ya la tensión Irlanda-Natalia, recuerden que no les debo destripar nada. ¿Qué hace Espido Freire con este material temático? Pues envolverlo todo con una buena atmósfera. No se dice en ningún momento el lugar geográfico, pero por el verdor de la vegetación, y porque pese al verano se percibe frescor, humedad y rocío por las mañanas, me imaginé el norte de España, lugares como Asturias o muy especialmente Galicia. Y es que el caserón está rodeado de un bosque, y a través de la voz de Natalia sabremos de hierbas, plantas y árboles. A eso, sumémosle la fantasía de la voz de Natalia. Hasta la propia casa da una sensación de antigüedad, incluso como de cuento, con antiguallas y arcones que contienen antiguos vestidos de la familia. En cierto modo, el caserón parece suspendido en el tiempo. Poco a poco, esta atmósfera se empieza a convertir en algo angustioso y oscuro, y más con la tensión emocional que va escalando en el relato. Y todo este ambiente también se logra por el simbolismo que hay en la obra, y que en mi opinión —y no lo digo como un rasgo negativo— es simple y sin mucha complicación (1). Ya el propio título, Irlanda, tiene su punto metafórico y ambiguo. Sí, Irlanda es la protagonista, la persona enigmática y cruel a ojos de Natalia, pero también piensas en el país homónimo, y en el verdor de sus paisajes. Además, el nombre de Irlanda tendría una tercera vertiente: el recuerdo de la abuela Hibernia, y la razón la pueden leer en este fragmento:
—No comienza con tu nombre —dije yo—. Aquí pone Hibernia.
Mi prima movió la cabeza con desprecio.
—Hibernia es el nombre latino de Irlanda, Natalia. Significa “tierra de los hielos eternos”. Mi nombre tiene al menos dos siglos —terminó, con aquella risa de cascada de agua que me destrozaba los nervios.De modo que así se llamaba Hibernia la cruel, con sus severos trajes de amazona y la pluma en el sombrero, fustigando a los caballos con las mismas manos de Irlanda y causando la misma admiración que ella. Me maravillé de no haberlo pensado antes y de haber soñado con ser como ella, con la vista perdida en el horizonte y las montañas. Traté de recordar lo que significaba mi nombre, salmodiado tantas veces, pero sólo acudió a mi mente la imagen de la ternerita en el establo.
Como ven, hay incluso hasta cierta mitología familiar en la obra. Y no es que se trate de una novela fantástica, o ajena a los asuntos terrenales. Simplemente este simbolismo unido a la voz de Natalia le da aire un aire onírico. Porque lo terrenal no estará ausente. Sin ir más lejos, hay un trasunto familiar de fondo: mientras que la familia de Irlanda ha sido astuta y hábil para especular con los terrenos del pueblo, la de Natalia se veía obligada a malvender su parte de la herencia (2). Y esa tensión latente entre las dos familias se deja ver, si bien no se entra de lleno en ello y queda como algo de fondo pero que carga —más— el ambiente.
Algo así me imagino el lugar en el que se sitúa la novela

Ya se me está haciendo larga la reseña, así que intentaré encaminarla hacia su final. La pluma de Espido me ha parecido muy inteligente, ha sabido jugar con el lector. Jugar, que no engañar. Pues en realidad los detalles estaban ahí, y sobre el final de la obra se nos revelan con un cambio de perspectiva. Es algo que ya pasó en otra obra de la que les hablé: Soy leyenda. Si las comparo, Irlanda no me ha parecido una novela tan magistral y redonda como Soy leyenda, pero es que la novela  de Matheson es un gran clásico de la ciencia ficción, y eso no quita que la novela que hoy nos ocupa mantenga muy bien el tipo. Tampoco parece que tenga la pretensión de ser una obra maestra, simplemente es una buena novela. Breve y que entra muy bien, hay bastante diálogo y descripciones sencillas pero no por ello pobres. El ritmo es bueno, aunque a mitad de la novela parece pegar cierto bajón, pero en el fondo se va tejiendo más y mejor esa atmósfera, y dejando pistas para preparar el terreno cuando lleguemos al final.

Una última cosa antes de cerrar la persiana. No haré ningún spoiler, como dije, pero para quien haya leído Irlanda, no puedo evitar confesar lo siguiente: me hubiera gustado leer la voz de Irlanda, y conocer su punto de vista. Y no lo digo porque en la novela falte algo o sea un error de la autora. Simplemente me hubiera gustado verlo todo narrado desde el otro punto de vista. Y me choca saber opiniones de otros lectores que consideran tan mal a Irlanda, así que romperé una lanza por la protagonista. Porque de acuerdo: la chica tiene sus cosas. Sus defectos se dejan ver incluso más allá de la voz de Natalia. Irlanda es caprichosa, astuta y hasta manipuladora. Pero ¿es tan mala al principio de la novela? ¿O se vuelve así? Y si se vuelve así, ¿por qué? Ahí lo dejo. Cada uno tendrá su opinión, sobre todo cuando las cosas no son lo que parecen.

Valoración: Bien/Notable

Te gustará si te gusta el juego de apariencias, los pozos oscuros de una persona

Fragmentos:
(1) Una urraca se posó en un árbol y gritó. Luego voló hasta el tendido eléctrico y se alineó con otros tres pájaros negros. El mediodía secaría la hierba, pero todavía quedaba rocío. Roberto esperaba a su amigo en la verja. Al cabo de un momento el otro apareció en la colina y los dos desaparecieron de mi vista.


(2) —Tienes que vigilar de cerca a mamá —me había dicho Sagrario—, porque irá vendiendo su herencia trozo a trozo, como ya ha hecho, y el resto de la familia se aprovechará, como sanguijuelas que son. Si logran engañar a mamá, que no lo hagan contigo. Nos quedaremos sin nada y se acabará la familia. —Continuó con los ojos cerrados—: No pienses que me refiero a cómo se han portado con nosotros los tíos. Ya no les guardo rencor. Lo digo por vosotras, por la pequeña y por ti, porque yo poco más voy a durar.