martes, 9 de enero de 2018

Feliz año 2018 (Balance anual)

Bueno, un año más de propósitos y de repaso anual. Si leyeron cómo me fue el año pasado, ya sabrán que no suelo cumplir los propósitos. Pero en este 2017 ha sido aún peor. De hecho, ha sido el año en el que menos he abierto la persiana. Tener trabajo con jornada completa en estos tiempos de paro es una suerte, pero claro,  también roba mucho tiempo. Con todo, les prometí que habría reseña de mis lecturas de Baricco y de Duras, y lo cumplí. Pero no lo pude cumplir con la de la novela que leí de Jenn Díaz, ni con El pueblo de Zenna Henderson —y ésta última la tenía previsto escribir para el año 2016—. En cuanto a lecturas que me propuse para el pasado 2017, cumplí con el propósito de leerme 1984, de George Orwell. Y poco más, porque empecé la precuela de la Dragonlance y en ella estoy, pero es un libro de casi mil páginas y que contiene cuatro libros reunidos, y lo voy dosificando alternándolo con otras lecturas.  No pude leer ninguna obra de ciencia ficción ni del teatro romántico español tal y como me propuse. Ya imaginarán que he leído muy poco en este pasado 2017, pero al menos alguna obra interesante e improvisada ha caído, como haberme estrenado con Natalia Ginzburg. Y con algún que otro escritor más, pero mejor no me pongo a citar novelas leídas, que al final se me irá el 2018 y no las habré reseñado, y bastante reseñas pendientes de lecturas de años anteriores tengo por escribir.

Y bueno, no parece que esta entrada tenga mucho sentido y menos si no hablaré de propósitos nuevos. No es que no los tenga, alguno hay. Pero para qué contarlo si después difícilmente lo cumpliré. Aunque al menos con esta entrada doy señales de vida, y les cuento que no sé si abriré muchas veces la persiana en este 2018, pero se abrirá.

Feliz año nuevo, apreciados lectores